El concepto de lo bello surgió como producto del desarrollo social. A través del tiempo, las personas han variado mucho sus concepciones acerca de la belleza. Dicho concepto se manifiesta de manera uniforme en los diversos grupos sociales.
Los estereotipos de belleza masculina y femenina varían considerablemente en los diversos países y épocas. En ocasiones vemos que lo que para nosotros es bello, para otros no lo es, porque en la valoración de lo bello no sólo entra la estética corporal sino un conjunto de elementos visibles y subliminales de la persona: tono de la voz, gracia gestual, inteligencia, cultura, forma de reír, etc.
Sin embargo, vivimos en una época en la cual, la belleza es una cualidad que otorga poder y ventajas, ocupando el lugar preferente en las relaciones humanas; aparece en primer plano, predispone nuestros juicios sobre las personas, y es asociada positivamente cuando recién conocemos a alguien.
Esta situación es respaldada ampliamente por diversos estudios científicos que ponen de relieve la importancia que tiene la belleza como un elemento útil y funcional en nuestras relaciones sociales.
Pero, ¿hasta que punto esta “asociación positiva con la belleza física ha impactado negativamente en la vida de las personas, su autoestima y la forma en que interactúan y se desarrollan en una sociedad que ahora impone características muy específicas para ser considerado como “gente bonita”?
Los estereotipos de belleza masculina y femenina varían considerablemente en los diversos países y épocas. En ocasiones vemos que lo que para nosotros es bello, para otros no lo es, porque en la valoración de lo bello no sólo entra la estética corporal sino un conjunto de elementos visibles y subliminales de la persona: tono de la voz, gracia gestual, inteligencia, cultura, forma de reír, etc.
Sin embargo, vivimos en una época en la cual, la belleza es una cualidad que otorga poder y ventajas, ocupando el lugar preferente en las relaciones humanas; aparece en primer plano, predispone nuestros juicios sobre las personas, y es asociada positivamente cuando recién conocemos a alguien.
Esta situación es respaldada ampliamente por diversos estudios científicos que ponen de relieve la importancia que tiene la belleza como un elemento útil y funcional en nuestras relaciones sociales.
Pero, ¿hasta que punto esta “asociación positiva con la belleza física ha impactado negativamente en la vida de las personas, su autoestima y la forma en que interactúan y se desarrollan en una sociedad que ahora impone características muy específicas para ser considerado como “gente bonita”?